Una tarde tranquila [Alessandra]

Había estado entrenando cuando recibí el mensaje de mi hermano, se me había olvidado por completo contestarle después, había perdido la noción del tiempo. Siempre me pasaba cuando entrenaba y sobre todo ahora que intentaba olvida cada roce o cada palabra de Gael. Se me había pasado la hora y finalmente, tratando de olvidarlo, tuve que correr a mi cuarto para poder ducharme. El cuarto de la academia no era como el que tenía en la ciudad, pero aún así lo sentía mucho más mío que ese.

No tardé en vestirme y miré la hora, estaba bastante bien. Me arreglé y ordené mis cosas, tomé mis armas como era de mi costumbre porque siempre estaba con ellas. Siempre tenía que estar preparada, aunque en la academia no podían entrar los demonios, no sabía con totalidad si los híbridos si podían o no. Fui al primer piso y salí hacía los jardines, comencé a buscar a mi hermanos suplicando que estuviese ahí. No le había avisado y a lo mejor, alguna chica había acaparado su atención y se lo había llevado por ahí. ¿Quién sabe?

Cuando lo encontré, reí divertida. Con mis hermanos era completamente natural, sin escudos ni nada. Mis risas y sonrisas salían espontáneas, realmente me agradaba pasar tiempo con ellos, me tiré sobre él y me quedé mirándolo divertida. - Despierta, Bello Durmiente. – Le dije mientras reía. - ¿O debo ir en busca de tu princesa para que te de un beso de verdadero amor? Te advierto que no buscaré a alguien tan guapa o a las chicas que sueles llevarte a la cama. Traeré a la primera chica que vea. - Le advertí divertida.

Me sonreí de lado cuando vi la cara de molestia de mi hermano al ver que lo habían despertado y el cambio radical al ver que su hermanita era la causante de eso. No pude evitar reír divertida mientras cerraba los ojos, mi pequeño punto débil era cuando acariciaban mi cabello, solía ponerme bastante mimosa para que siguieran haciéndolo. - Mmm… Así veo, hermanito… ¿Ahora soy una princesa? – Le pregunté divertida mientras me levanta junto a él y me sentaba a su lado después de que mi hermano terminara de desperezarse.

Reí divertida, claramente mi hermano no iba a dejar que le trajera a cualquier chica para que ella lo besara, él sólo se metía con chicas lindas y no con cualquier chica fea. - Bien, bien… No te traeré a nadie para que te dé el beso del verdadero amor. - Dije sin dejar de reírme. Me quedé jugueteando con mi cabello mientras pensaba que contestarle, me era difícil mentirle a mi hermano, realmente porque amaba irme de misión con él aunque sobreproteguía mucho, pero igual.

Lo miré con dulzura. - Había estado entrenando, por eso no te contesté. Se me pasó la hora y cuando me percaté, casi corrí para llegar a la hora rogando que estuvieras aquí. – Le contesté con dulzura. - Y sobre mis misiones, sabes que hay veces que tengo que ir a misiones sin ti, pero me encanta cuando estás conmigo… Hace unos días tuve un enfrentamiento con Belcebú. - Le comenté con una mueca. Cerré los ojos esperando su reacción, sabía que no reaccionaría para nada, nada bien pero sabía que se enteraría en algún momento y prefería que fuera por mí antes que por cualquier otra persona.

Reí divertida mientras lo miraba con una sonrisa, me acomodé a su lado sin dejar de sonreír. - Pues, ya sabes… Hubiese traído a una chica para que lo hiciera y mis gustos no son femeninos, hermanito. – Le dije divertida mientras me miraba con espanto, él sabía que te traería a alguna chica fea, del tipo de chicas que él no solía frecuentar para así molestarlo un poco… ¿Por qué no decirlo? De por vida. Me quedé mirándolo y comencé a reírme. - Creo que eso será más pronto de lo que imaginas… Estás quedando calvo… Si, creo que tienes menos pelo. - Bromeé divertida mientras evitaba seguir riéndome a toda costa. Sabía que algún día mi hermano encontraría a su alma gemela, pero aún no sería el día y que él siguiera disfrutando lo que yo casi nunca disfruté. El amor suele ser bastante complicado y realmente esperaba que algún día llegaran a entenderme, pero realmente lo dudaba.

Me sonreí cuando comenzó a acariciar mi cabello. - Lo sé, cada vez estoy más fuerte… Aunque sigo insistiéndole a Francesco que necesito más combate de cuerpo a cuerpo, las armas son lo mío, necesito más cosas físicas. – Comenté, mis hermanos siempre me habían ayudado en todo y sobre todo entrenando, me enseñaban lo que ellos sabía para que yo nunca saliera lastimada, o si eso pasaba, en el menor grado posible. Ambos eran demasiado sobreprotectores, pero los amaba igual. - ¿Y tu? ¿Te has ido de misiones sin mi o andas buscando a alguien en especial? – Le pregunté divertida. Algunas veces, los exorcistas solían ir a cazar a solo un demonio que solía meterse entre ceja y ceja, a mi no me había pasado aún pero solía pasar cuando estabas a punto de matarlo o uno estaba a punto de morir y quiere vengarse. Habían muchas situaciones que podían conllevarte a eso y esperaba que mi hermano no se obsesionara con ninguno porque así me aseguraba de tenerlo a mi lado.

Hice una mueca cuando vi lo preocupado que estaba y me levanté para luego dar un giro. - ¿Ves? Estoy bien, tuve mis daños pero ya estoy bien… Siempre estoy bien y lo sabes. – Acuné su rostro con dulzura. - No te preocupes por tu hermanita, es fuerte. - Besé su frente con dulzura. - Francesco y tú me han entrenado bien y sé cómo lidiar este tipo de situaciones. – Conocía a mis hermanos, pero sabía que era mejor decirles que ocultarles algo como esto. Era aún peor si se enteraban por los mensajeros y prefería que vieran por ellos mismos que estaba en una pieza, Belcebú se me había escapado y nada había pasado a mayores.